Culpable, pero libre

DE HISTORIA EN HISTORIA Bridget Gibbs Andrade

Desde que jugaba en el equipo de fútbol americano en la universidad, Orenthal James Simpson fue un jugador destacado, disputado por varios equipos profesionales. Su vida profesional fue exitosa; la sentimental, no tanto. Fue acusado de maltrato.

La noche del 12 de junio de 1994, Nicole Brown y su amigo Ron Goldman fueron asesinados. La policía encontró un guante ensangrentado y una huella de una pisada en la sangre. Dos detectives fueron a casa de Simpson a darle las noticias. Nadie responde. Cuando se iban, descubren sangre en la camioneta del exjugador. Uno de los detectives trepó el muro sin permiso, tocó la puerta de la casa de huéspedes y un amigo de O.J. le dice que Simpson se había ido a Chicago a un torneo de golf. Lo encuentran y, al interrogarlo, aduce que no recuerda nada de lo que hizo ese día hasta que decidió ir a Chicago. Como gesto de buena voluntad, accede a que le tomen una muestra de sangre. Cuando la compararon con la del guante en la escena del crimen, resultó que había una mezcla de sangre de las dos víctimas y de O.J.

La policía llama al abogado de Simspon. Hay una orden de arresto en contra de su cliente. Pero de pronto, el acusado se escapaba y la policía lo perseguía. Finalmente, se entrega. Al ingresar a prisión le encontraron un bigote falso, pegamento y su pasaporte. Estaba hundido. Sin embargo, contrató a un equipo de abogados astutos. Entre ellos, el que defendió a Michael Jackson. Este alegó que O.J. era víctima de una persecución racial.

Empieza el juicio y Marcia Clark, abogada del Estado, presenta pruebas contundentes en contra de Simpson: un análisis de ADN que asegura que la sangre en la escena del crimen era de O.J. y una llamada de Nicole al 911 pidiendo ayuda. La estaba golpeando.

El ayudante de Marcia obliga a O.J. a ponerse los guantes de la escena del crimen. Le entran apretados y su defensa menciona que no son suyos. Luego de cuatro horas de deliberación, el jurado dio su veredicto: no culpable. Como dato curioso, la mayoría de los miembros del jurado no eran blancos. La estrategia de la defensa funcionó: persecución racial.

En el 2007 fue arrestado por robo en Las Vegas y condenado a cumplir 33 años de prisión. Salió con libertad condicional en el 2017 por ser un preso ejemplar y tener buena conducta.

Aunque parezca inverosímil, los gringos también han sabido tostar granizo. (O)