Lex Talionis

ANDRÉS F. UGALDE VÁZQUEZ @andresugaldev

Señor presidente, vamos a ver. En principio yo estaría de acuerdo, la Lex Talionis (Ley del Talión), aquel brutal precepto que convertía la venganza en principio jurídico (el conocido “ojo por ojo”), habrá servido bien en la antigua Babilonia del siglo XVIII A.C., o habrá servido para los atroces cánones de la Ley Mosaica, que recoge el Antiguo Testamento, para el primer pueblo de Israel. O sea, se trataba en un principio efectivo y hasta deseable en aquellas sociedades crueles y primitivas, donde la retaliación habrá sido la única forma ponerle un freno a la ferocidad del ser humano. Pero, ciertamente, para una sociedad del siglo XXI no es algo deseable, salvo que la intención sea seguir disolviendo el tejido social hasta volver a las épocas de la barbarie, como evidentemente está ocurriendo, ahora mismo, a la sombra de su “gobierno del encuentro”.

Claro, aquello de que el déficit fiscal se venga reduciendo, junto con algún otro indicador técnico – económico, es una buena noticia, no lo niego, pero no hace diferencia. No lo hace, señor presidente, porque para poder disfrutar de las bondades de la nueva realidad financiera, hay que estar vivos. Así nomás.

Me explico: Cuando un país, una sociedad, llega a ese punto en el que no le queda un gramo de optimismo, de fe en el ser humano, de confianza en sus instituciones, como ocurre ahora mismo, el salir en cadena nacional reconociendo que el Estado ha llegado a tal nivel de descomposición que no queda más que decretar el “sálvese quien pueda”, no es una solución. La Ley del Talión (si un delincuente te apunta con un arma, apúntale tú también; si te dispara, dispara tu primero), no va volvernos unpaís seguro, sino un país violento. Y el decirle a la gente que debe lanzarse, armas en ristre, a la defensa de su metro cuadrado, no nos vuelve una sociedad segura, nos vuelve una sociedad egoísta. Y cuando un ciudadano use un arma para matar a un “malo”, eso no lo convierte en bueno, sino en un asesino en defensa propia. 

Compréndalo señor presidente, y despierte, antes de que sea demasiado tarde…