El Plateado en la memoria

Tito Astudillo y A.

Siempre habrá un nuevo motivo para aferrarse a una ilusión como, en esta ocasión, volver a plantearnos el salvamento de El Plateado, esa plataforma rocosa resplandeciente al sol o a la lluvia, a la neblina o al roció y señal inequívoca de entrada a Cuenca en un vuelo desde Quito; esa terraza blanco gris sobre Challuabamba visible desde todos los miradores naturales del valle Cuenca-Azogues que, lamentablemente, poco a poco va desapareciendo.

El Plateado, en Nulty a 14 kilómetros de Cuenca, es un sitio de interés, entre otros, para arqueólogos, ambientalistas y biólogos por su riqueza en materiales culturales, biodiversidad y fósiles. Para estudios arqueológicos que permitan una mejor comprensión de los pueblos que nos precedieron; para estudios de Arqueoastronomía por su ubicación estratégica en una geografía sagrada de miradores y línea de huacas andinos; para hacer interpretación ambiental por su inusual entorno de paisaje, flora y fauna nativas; para senderismo y contemplación en su secuencia de laderas, barrancos, túneles, pailones y cuevas.  Motivo de preocupación también, como alternativa, para el futuro de una urbe que crece aceleradamente por todos sus valles, orillas y colinas a expensas de los espacios verdes, para integrarlo como parque recreacional; como un nuevo atractivo, cuando se apuesta por un futuro turístico de la ciudad, más allá de que el crecimiento poblacional urbano, para ser armónico y sustentable, requiere nuevos espacios de oxigenación y esparcimiento.

Y el nuevo motivo está dado, en la medida en que el colectivo “Camino del Inca”, constituido en Challuabamba para la defensa de este hito patrimonial, en el sector Apangora de la ruta incásica, en su proyecto de rescate cultural, a presentarse a los gobiernos locales e instituciones llamadas a velar por su conservación, ha incluido el rescate y manejo integral de El Plateado, como sitio de interés cultural, presente, en la memoria colectiva. (O)