Los hermanos lelos  

Bridget Gibbs Andrade

Así como México tuvo a Los Polivoces, un país sudamericano también tiene a sus hermanos lelos. Huérfanos de madre a una corta edad, quedaron a cargo del padre, un sujeto amargado. Ellos siguen al pie de la letra lo que les ordena, so pena de recibir una avalancha de cocachos e insultos. De niños les instruyó en el arte de la mitomanía, es decir, para que de grandes sean unos políticos de “sepa”. Como lo fue él. Que sepan robar, que sepan mentir, que sepan aceptar sobornos y coimas con absoluta naturalidad.

Los chicos aprendieron con facilidad las enseñanzas caseras. Sin embargo, no tuvieron la misma capacidad para los estudios. No heredaron el coeficiente intelectual de la madre. Son unos bucéfalos, como él papá. Su mundo cognitivo exhibe un grave averío. Tanto, que les llaman los hermanos lelos.

Tal como quiso el padre, de adultos se convirtieron en unos políticos de “sepa”. Pero pese a las lecciones recibidas del padre, no dan pie con bola. Hablan sandeces en las entrevistas.  

Después del asesinato de Villavicencio -el candidato que iba a ganar las elecciones- el hermano menor aseguró que el riesgo país cayó en 100 puntos. Algo grotesco. Que los sicarios no son sicarios sino operadores económicos internacionales, y que, si llega a ser vice, va a desdolarizar el país. El padre lo mandó a callar.

La hermana mayor comentó que muchos venezolanos regresaron a su país porque allá viven mejor con un sueldo mensual de USD 6 que en Ecuador con uno de USD 450. Qué, de ganar las elecciones, se feriaría USD 2.500 millones de las reservas del Banco Central. Confesó que su padre es el asesor de ambos. Pero no contó que les asesora porque está muy consciente de la incapacidad mental de sus críos. Se arrepiente de no haberles dado ácido fólico de niños. “¡Ya pues, dejen de hablar burradas!”, les grita, cada vez que meten la pata.

No hay que ir muy lejos para darnos cuenta que el par de hermanos no razonan por sí mismos. Son simples muñecos de plastilina en las manos de un sujeto vengativo.

El que con lelos se junta, a hablar sandeces aprende. Deberían crear una vacuna antilelítica… (O)