Para decirlo en voz alta

Jorge L. Durán F.

Mientras tú “Juantonada” te aprietas las mejillas, buscas trabajo aquí y allá, un cupo en la universidad, piensas en emigrar aun con los bolsillos volteados; que lo que ganas no te alcanza para nada, se te acumulan las deudas, que tus hijos seguirán yendo a la escuela casi sin desayunar, que la esperanza se te escapa, ellos se festinaron la patria en un abrir y cerrar de ojos.

Ellos, los enloquecidos por el poder, no solo que montaron una central de propaganda para alienar cerebros y con eso romper amistades y dividir a las familias, también para sembrar el terror, el miedo, el derecho a expresarse sin cortapisas; diseñaron, además, estrategias para chantajear a todos quienes aspiraban a contratar con el Estado y terminaron corrompiéndolos; no solo eso, también para, triangulando el negocio sucio, exigir porcentajes por la venta del petróleo exportado.

Ellos, “Juantodonada”, tuvieron el cinismo de enlodar la Justicia, se tomaron las entidades de control, las que había como las que se inventaron, colocando a gentuzas como ellos, con topos como ellos; y para qué, te preguntarás, pues para llenarse los bolsillos hasta la quinta (de) generación, para perseguir a los otros; para esconder o alterar informes reveladores de sus trapacerías a cambio, y tú lo entenderás, de ser también parte del festín.

De ellos, “Juantodonada”, bien lo sabes, unos huyeron del país que vilipendiaron, están prófugos y andan por el mundo enloquecidos, esquizofrénicos, porque los barrotes de la cárcel los esperan si osan volver o los atrapan; otros encontraron escondites en el país gobernado por un octogenario balbuceante, permitiéndolos medrar del Estado, convertirlo en búnker para que conspiren, desprestigien y se victimicen. 

Ellos, ahora se sabe “Juantodonada”, apuntaron a tomarse la Judicatura en complicidad con un sujeto como expulsado de Marte; y este mismo urdía su pretensión presidenciable vendiendo cargos. Otros se ligaron con los narcos, y todo cuanto tocaron convirtióse en dinero sucio por montones, compraron jueces, alquilaron sicarios, enamoraron a faranduleras de poca monta, y pretendieron “comerse viva” a la representante del Ministerio Público.

Ellos, “Juantodonada”, ven ahora descarriarse del “glasómetro” algunas ovejas, temen que su contralor 10/10 termine vomitando cuanto sabe; temen que el celular incautado a su único “ñañón” preso, al que quisieron “mexicalinazarlo”, revele tanta porquería, cuyo caso bien podría llamarse “gangrena”.

“Juantodonada”, van más de 16 años queriendo librarle a la patria de aquella lepra. Ojalá, ojalá. (O)