Degradación de la democracia

Hernán Abad Rodas

La democracia no es sólo una forma de organización política y una modalidad de gobierno, sino además una cultura de vida que se basa en el reconocimiento de la dignidad humana, en el compromiso con la libertad y con el derecho de todos los ciudadanos a participar en las decisiones gubernamentales a través de sus representantes.

La democracia ecuatoriana lleva muchos años sin funcionar adecuadamente, la mayoría de los partidos políticos, se convirtieron en grupos personales guiados por un demagogo que ganaba adhesiones y despertaba entusiasmos, no por sus ideas, sino por su poder carismático.

Que lacerante realidad es la que vive la “democracia” ecuatoriana. Me pregunto: ¿Cómo es posible que los ladrones, los autoritarios, los violentos tenga posibilidades electorales?

La banda delincuencial autodenominada “revolución ciudadana”, que saqueó el Ecuador, debería tener menos del 1% de los votos, correspondiente a los beneficiarios de tragedia nacional y, sin embargo, pueden estar en segunda vuelta, y Dios no quiera ganar las elecciones.

La DEGRADACIÓN DE LA DEMOCRACIA ha hecho posible que participen en política los condenados por la justicia, los prófugos, los incendiarios. No hay misericordia para los ecuatorianos honestos. Media docena de candidatos provienen de partidos que fueron parte del Lúgubre correísmo y del morenismo; lamentable situación, me produce una callada tristeza.

Una muestra de la agonía de la democracia, es el hecho de que, los enemigos de la misma, aprendieron a simular sometimiento a sus reglas para llegar al poder, y desde allí acabar con sus valores esenciales.

En una sociedad pacífica y democrática, con un alto índice de desarrollo humano, la paz, la estabilidad social, económica y política; no dependen de la derrota o victoria de un determinado partido político, sino de la calidad de los juicios, y las decisiones, que se tomen dentro de un plan de gobierno auténticamente democrático diseñado por quienes llegan a ejercer el poder.

Creer en la democracia es una cosa; vivir y gobernar conforme a esta creencia, es otra. La pérdida de la libertad acompañada del silencio del entorno, no dignifica a un país democrático y soberano.

Estimados compatriotas, recordemos que: para la campaña electoral EL LOBO SE VISTE DE OVEJA, para obtener el voto de los incautos soñadores. (O)