Viajeros sin rumbo

Por: María Rosa Crespo

Desde épocas inmemoriales los marinos, pescadores, campesinos han relatado historias de fantasmas sin rumbo con su tripulación de esqueletos llenando el aire de voces de auxilio, llantos, gritos y blasfemia; los habitantes de tierra adentro testigos de fugaces apariciones que salían de los pantanos, de las casas semiderruidas de los países enajenados al mejor postor; de regreso a sus casas ante estas contemplaciones apenas probaban bocado, se les iba el sueño y morían al cabo de pocos meses. Al cabo del tercer milenio salir con estas historias de aparecidos: ¡tonterías! dirían muchos lectores, pero hoy los mares no están poblados de buques fantasmas si no de familias a la deriva que huyen como mendigos de las guerra, del hambre, de los genocidios, de lo indispensable, como ocurre con Venezuela y su dictador Maduro. Diferentes organizaciones como la ONU han mostrado su preocupación por la suerte de estos personajes sin rumbo cierto, no tienen suficiente agua ni alimentos, las condiciones sanitarias son deplorables y es posible que el rato menos pensando aparezca frente a las cosas de Nigeria un barco que huyó de Liberia hace algún tiempo; su preocupación por la suerte de los pasajeros ha hecho que la ONU tome cartas en el asunto. Cientos miles y millones expulsados de sus patrias o buscando suerte no tienen agua ni alimentos. Ahora nadie se desvela de estos nuevos fantasmas que atraviesan los distintos lugares, “porque son los nuevos condenados de la tierra”.   (O)