Sayausí

Catalina Sojos

¡Ah este país salvaje, paradójico y demás adjetivos! en el que, al mismo tiempo, se derrumban las montañas y se escuchan los gritos de alegría por el fútbol; en el que, una vez más, estos días acarrean los eternos golpes de pecho de las autoridades y los ayes de dolor de aquellos que desaparecen en la tierra. Nuevamente los deslaves, (recordamos los, casi treinta, años de la Josefina) y su cuota amarga de dolor; otra vez los héroes de la casaca roja, la policía, los ciudadanos comunes anegados en el lodo, ahogados e impotentes ante la furia del agua y las consecuencias de una naturaleza desollada. Otra vez la selfie para el político, las ridículas discusiones de “yo no fui, fue peté” y todas las anécdotas que no se hablan por vergüenza ajena. Una vez más las lágrimas escurridas entre la solidaridad de los próximos, aquellos que acuden desde su corazón caliente. ¡Ah, esta crónica siempre anunciada, nunca resuelta! La ciudad de los cuatro ríos, acá en el sur, sin agua y con temor de su furia. Sayausí el hermoso pueblito con riesgo de desaparecer es una muestra más de la ausencia de proyectos, prevención e irresponsabilidad generalizada. Definitivamente la corrupción se engorda con la miseria. Cansados de los diagnósticos técnicos, escribimos estas líneas y abrazamos la impotencia y la furia de los que no tienen voz. (O)