De Dioses y Demonios

Ana Abad R.

Muy mala reputación y mal fin tienen en la historia quienes, ejerciendo una función pública, mencionan como muletilla expresiones religiosas como parte de su discurso político; peor aún, en un país laico como el nuestro. Escuchar al final o al inicio de las declaraciones de las autoridades decir: ¡Bendiciones! ¡Dios nos bendiga! ¡Gracias a Dios! Primero Dios…. Si Dios quiere ¡Qué Dios proteja al Ecuador! es un irrespeto a la Constitución y un vano intento de invisibilizar la diversidad religiosa del país. Las creencias religiosas son parte del fuero personal, de la intimidad del ser humano, de sus costumbres y tradiciones, todas muy respetables y todas con derecho a su presencia en la sociedad; sin embargo, no puede olvidarse la esencial separación de Iglesia y Estado en la gobernanza de una sociedad plurinacional e intercultural como reza la Constitución ecuatoriana. “Dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César” evidencia la necesidad de denunciar todo tipo de teocracia que busque, en nombre de Dios, engañar, oprimir, desviar la atención y usar al ser humano. Buen material para el análisis crítico del discurso y el estudio de la reproducción de las formas del poder político, de dominación o abuso de poder mediante el discurso político, incluyendo aquellas manifestaciones de resistencia contra el predominio discursivo. (O)