41 Congreso mundial

Aurelio Maldonado Aguilar


Muchos fueron los congresos mundiales e internacionales a los que asistí en mi profesión de médico. Grandes hoteles con muchas salas de conferencias en las que se escogía con antelación los temas y disertantes, luego de concienzudo y diligente escogimiento indispensable, para así poder cuadrar los temas de interés. Corretear entre sala y otra para no perder la plática considerada importante, con pequeños recesos donde indistintamente discutíamos entre los asistentes detalles de técnicas quirúrgicas, nuevos implementos, instrumentales y equipos, mediando un café o líquido que nos mantenían vivos y despiertos. El curiosear y terminar comprando aparatos cada vez más sofisticados, esquilmaban nuestros presupuestos. Las casas comerciales hacían su agosto y miles de dólares sacaban de nuestras faltriqueras con la ilusión de que nuestra práctica médica y quirúrgica sea más sofisticada, para una vez terminado el fatigante día, en las noches cocteles y cenas sociales y distendidas, completaban actividades entre saludos de viejos amigos, cada vez más abundantes, mientras más eran los congresos en diferentes partes del mundo, terminando siendo una familia cordial y risueña con anécdotas sumadas en cada evento.
Hoy asisto al 41 congreso mundial de poetas en Manta, ciudad pujante y bella y por el esfuerzo y trabajo infatigable de mi antigua y valiosa amiga, Rosalía Arteaga S, que como presidenta y gracias a un equipo impecable de colaboradores e instituciones que ponen su empeño en la excelencia, van logrando que la sutileza, la metáfora, el espíritu, culminen con palabras su ejemplo y consejo. Delegados por gentileza del Rector de la Universidad Católica de Cuenca, Dr Enrique Pozo C, somos encargados de aprender y difundir el poder de la palabra, que en la poesía se vuelve más fortalecida, combativa, dulce y sin límites ni barreras. Más de cien poetas, delegados y participantes de todas las partes del mundo, enseñan que el verso es vigorosa arma de paz y protesta, de veloz inteligencia donde la metáfora dulce se convierte en fustigante látigo que rompe peañas autocráticas y destructivas. Rimas que dulces y tiernas ponen su voz sobre heridas que los hombres abren en sus pieles. Rebeldías maravillosas que pretenden la siembra de luceros y girasoles en jóvenes que tendrán que luchar con misiles de razón, esperanza, caridad. Sorbos de agua pura que alivianan vida y meandros díscolos y tristes. Cielos soleados y brumosos que darán luz y emplastos mágicos a nuestra desbaratada piel de hombres.