Recuerdos de carnaval

Francisco Chérrez Tamayo

Vienen a mi memoria gratos recuerdos de aquellos carnavales, que de niños y adolescentes disfrutamos con familiares y amistades. Era muy entretenido observar cómo, con semanas de anticipación a esta singular fiesta, las personas mayores se dedicaban a la compra de higos, duraznos, albaricoques, membrillos, etc., para preparar el delicioso dulce; el mote, los chorizos, la longaniza, para elaborar el tradicional “mote pata”. La harina, los huevos y la levadura, que, en proporcionadas mezclas, creaban la masa, a la que todos metían mano, para dar forma al pan, que luego se cocía en el horno del barrio. Obviamente no podían faltar las “Guaguas de pan”, siempre de sexo indefinido, y muchas veces quemadas, de las cuales disfrutaban los menores de la familia. Como no recordar los perniles, cuyes y el infaltable “Puerco muerto”, que se chaspaba con ramas de eucalipto, generalmente el domingo de carnaval; es que la fritada, el sancocho y las morcillas debían durar hasta el día martes de esta festividad. Otras horas se dedicaban para la compra de bebidas, donde nunca faltaban el vino, las jabas de cerveza y de colas, además de la elaboración de la famosa “Chicha de jora”, que se preparaba mediante un ceremonial especial. De ninguna manera podía estar ausente el “traguito de punta”, que, según los entendidos, nunca hace mal en estas fechas, asegurando que más bien evita el resfrío posterior a la mojada. Un capítulo aparte merece la compra de bombas, colonias, serpentinas y maicenas, muy muy utilizados en estos festejos. El equipo de música de la casa, era revisado con días de antelación, es que no podía fallar en esta fecha; claro, debía estar debidamente forrado con plástico grueso, para evitar los estragos del juego. Por horas se pasaban seleccionando los discos para el baile, en base a las famosas cumbias de moda; era imperdonable no tocar el “Carnaval de Guaranda”: y así se hace, y así se hace el carnaval, con personas de buen gusto y de buena voluntad…. Cierto que a veces no faltaba algún accidente casero, por el ímpetu que se ponía en el juego, sobre todo cuando se oponía resistencia, a la “metida al tanque”. Sinceramente que añoranzas se tienen de aquellos carnavales…(O)