Los buenos ejemplos: SOLCA

Mario Jaramillo Paredes

El nuestro es un país de contrastes. Los últimos años han sido amargamente abundantes en noticias que relatan con detalle un saqueo sistemático a los recursos fiscales por parte de quienes se suponía que eran “servidores” públicos, pero resultaron ser integrantes de una estructura delictiva, como dicen los jueces que tratan- muchas veces infructuosamente- de castigar a esos pillos.

Pero también hubo y hay casos notables de gente e instituciones que hicieron el bien e hicieron bien las cosas. Que sirvieron al prójimo, a veces en forma anónima. Sin buscar recompensas. Huyendo de la notoriedad. Trabajando en silencio.

Solca y su Instituto del Cáncer en Cuenca, son parte de este Ecuador bueno que tenemos. Las instituciones funcionan por las personas que las conforman. En el caso de Solca, de un equipo de seres humanos que desde distintas funciones hacen marchar armoniosamente un engranaje complejo que va desde las tareas de limpieza y aseo hasta la alta dirección pasando por la amplia gama de profesionales que combaten al cáncer.

La receta magistral de Solca Cuenca es simple, como la mayoría de las cosas buenas. Está compuesta -usando términos farmacéuticos – de dosis altamente concentradas de honestidad, capacidad profesional, eficiencia y alto sentido de responsabilidad, aglutinados todos esos componentes por un común sentido de trabajo en bien de la comunidad. Es una receta simple y profundamente humana.

Mañana es un buen día para Cuenca, el Azuay y toda su área de influencia. Se inicia otra etapa de Solca con la construcción del nuevo Hospital que ampliará la capacidad de servicio a toda la gente que llega y que recibe atención igual, sin privilegios. Una atención de calidad que es la mejor forma de justicia social en la medicina. (O)