Hasta siempre

Ma. Isabel Cordero

Esta semana Cuenca está triste, dos de sus mejores personajes nos dejan con un montón de sentimientos enredados y lamentando no compartir nuevas conversaciones, chistes,  análisis políticos,  poemas y cuentos.

Alberto Ordóñez Ortiz, poeta, jurista,  padre y abuelo cómplice de travesuras, primo y amigo de mi Tío Polo, sobre todo amigo. Personalmente mi poeta favorito, el mago de las metáforas, romántico a morir, amante de la vida, humano y lleno de imperfecciones.

Adrian Carrasco Vintimilla, profesor, investigador, lector incansable, con él las conversaciones eran profundas, llenas de lecciones y anécdotas, el Pascualito, esposo, hermano, padre, abuelo y tío de amigos entrañables. Si alguien conocía y entendía a Cuenca, su pequeña ciudad, era él.

La vida es efímera, en un momento desaparecen quienes parecían eternos. Pocos tienen la fortuna de dejar un legado que de alguna manera los hace permanentes, pero hablo de un legado digno de reconocer, leer y releer. Reconocer su trabajo literario y académico es tenerlos siempre presentes. (O)

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