Esa que amo tanto…

Andrés F. Ugalde Vázquez

Me pregunto si lo habrá imaginado. Allá, por 1557, cuando Don Gil Ramírez Dávalos y por mandato del Virrey Don Andrés Hurtado de Mendoza, fundaba un caserío sobre la venerable Guapondelig de los Cañaris al que llamaron Santa Ana de los Ríos de Cuenca. Me pregunto si habrá podido imaginar este lienzo de colores y aromas interminables que se tiende apacible bajo el sol de la tarde; este pueblo que sabe también vestir de escarlata y jugarse la vida cuando defiende su derecho y su orgullo de ser.

Pueblo de mil rostros, rostro madre que mece la cuna de un niño dormido entre los parques y monumentos que velarán su andar de hombre libre; obrero que levanta su destino contra viento y marea; escritor implacable que hace crujir los cimientos del poder centralista cuando pretende quitarle a Cuenca lo que es suyo por derecho. Sí, todos conocemos tu valor. Ya una vez convertiste tus ríos en torrentes para negarle el paso al invasor ibérico y te cerraste como una muralla cuando los dictadores pretendieron pisar tu suelo. Y me pregunto, ¿estará pronta la fecha en la que, nuevamente, nos pidas que te acompañemos en la aventura de la dignidad?

No sé si los padres fundadores, Incas, Cañaris o españoles, pudieron predecirte. Pero yo puedo.  Puedo adivinarte con los ojos cerrados. El murmullo de los ríos y la brisa serena besando las hojas de los sauces. El centro histórico, bazar interminable flores y campanarios, dónde el arte palpita en la sangre de los que pueblan y caminan las calles y plazas ebrias de historia. Y me pregunto si los fundadores habrán presentido esta lujuria de luces, aromas y nostalgias que somete la voluntad. Este latido que vibra desde tus entrañas donde yace enterrada la brava Tomebamba.  Y me pregunto ¿Cómo serán los días que te aguardan? ¿Cómo te mirará mi pequeña Sofía? ¿Conservarás la nostálgica sonrisa que te conocemos o te lanzaras a la aventura de convertirte en metrópoli? Sabrás hacerlo, sin embargo, guardando las claves de tu esencia. Esa que nos define a todos. Esa que yo amo tanto.  Felices fiestas… (O)